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PIF: la enfermedad mortal de los gatos

No confundas la gordura de tu gato con el PIF...
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La PIF felina es consecuencia de la mutación de un virus, que hace que se acumule líquido en el abdomen del gato y se le dilate. Es muy frecuente y no tiene cura, pero sí se pueden poner en práctica medidas preventivas.
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La Peritonitis Infecciosa Felina o PIF felina es una de las enfermedades más graves y de consecuencias más drásticas que pueden sufrir los gatos, y cuyos síntomas suelen ser indetectables en los primeros estadios de la enfermedad. Por desgracia, no existe cura para la misma, pero sí se pueden llevar a cabo medidas preventivas.

¿Qué es la PIF felina?

La Peritonitis Infecciosa Felina es una enfermedad vírica crónica causada por un coronavirus (FCoV) que produce en los gatos un cuadro clínico con diversas manifestaciones.

Dicho virus está presente en las heces y en las superficies que éstas contaminan, por lo que el contagio es particularmente frecuente en entornos en los que hay gran densidad de gatos. La infección se produce cuando el gato ingiere o inhala el virus, dándose una mayor probabilidad en gatos menores de cinco años.

Cabe recordar que es muy habitual que los gatos se contagien con un coronavirus y que ellos mismos lo expulsen, incluso después de varias semanas conviviendo con él. El problema suele darse en cachorros, en gatos con un estado nutricional pobre, en aquellos que están pasando un periodo de estrés o en los de raza, en cuyo caso sí pueden desarrollar la PIF.

Sintomatología

Gato sentado mirando al cielo

Fuente: https://bit.ly/2In1cca

Dado que la enfermedad tiene un periodo de incubación variable, lo veterinarios observan, principalmente, dos signos inequívocos del desarrollo de la misma:

  • Hinchazón del tórax y el abdomen debido a la acumulación de líquido, lo que a su vez provoca alteraciones respiratorias.
  • Presencia de inflamación y necrosis en diferentes órganos.

En algunos casos se pueden apreciar, además, otros síntomas, como fiebre fluctuante, depresión, pérdida de peso y anorexia, a pesar de estar hinchado como un globo como consecuencia del constante proceso de purgación, que hace que defeque y orine con asiduidad.

Diagnóstico

Para diagnosticar la enfermedad es necesario realizar diversas pruebas, como la extracción del líquido procedente del tórax o el abdomen junto con una analítica de sangre para medir el número de anticuerpos y leucocitos; radiografías de control para verificar qué órganos están infectados; o realización del test de Rivalta, que permite diferenciar efusiones debidas al PIF de otro tipo de efusiones.

¿Tiene cura?

Por desgracia, la PIF felina es mortal y por el momento no tiene cura. Tras el diagnóstico, el animal puede llegar a vivir hasta varios meses. En muchos casos, en la etapa final se suele recurrir a la eutanasia para que no sufra.

No obstante, un reciente estudio publicado recientemente en el Journal of Feline Medicine and Surgery asegura que el uso de un fármaco antiviral utilizado en medicina humana (el antiviral GS-441524) podría ser altamente eficaz en el tratamiento contra la PIF. Para dicha investigación, se sometieron a veintiséis gatos con PIF de origen natural a doce semanas de tratamiento. De ellos, 24 permanecen sanos, uno ha sucumbido a la FIP y otro a una enfermedad cardíaca no relacionada.

Vacunación y prevención de la PIF

Sí existe una vacuna, aunque algunos estudios apuntan que su eficacia es baja. Además, no se puede administrar a gatos previamente infectados, y solo se puede aplicar a aquellos mayores de 16 semanas de edad.

Cachorro de gato junto a otros gatos

Fuente: https://bit.ly/2lFQVRF

Existen algunas medidas que pueden ayudar a prevenir la enfermedad:

  • La PIF felina es una enfermedad que rara vez se da en gatos caseros. Por eso, para minimizar el riesgo de contagio, es aconsejable reducir sus salidas a la calle o, si se tienen varios gatos en casa, minimizar el grupo (menos de cinco gatos en el mismo hogar).
  • Evitar que el gato esté expuesto a factores de estrés, como los cambios de casa.
  • Es aconsejable no llevarle a vacunar el mismo día que se le castra.
  • Cualquier detergente o desinfectante puede matar el virus. Por ello, hay que realizar limpiezas periódicas de todos los objetos que use y del entorno en el que se mueva, sobre todo la bandeja de arena.
  • Si en la casa ha fallecido un gato por peritonitis, hay que esperar al menos dos meses antes de introducir un nuevo gato en la familia.

No obstante, estos datos son meramente orientativos. Si detectas cualquier anomalía en tu animal, lo más recomendable es acudir al veterinario para que pueda realizarle las pruebas oportunas y aconsejarte sobre el camino a seguir. Con el Seguro de Mascotas MAPFRE tienes a tu disposición asesoramiento y orientación veterinaria.

 

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Publicado por Blog Hogar MAPFRE
- 20 Oct, 2019

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