La experiencia es una de las claves para conseguir que los bizcochos caseros salgan más esponjosos. Pero también son importantes el tipo de ingredientes que utilicemos, la masa y el horneado. A continuación, te revelamos algunos trucos para conseguir bizcochos super esponjosos.

La clave: airear la masa

La masa para hacer un bizcocho esponjoso debe contener mucho aire.

Para conseguirlo, lo primero que debemos hacer es tener todos los ingredientes a temperatura ambiente (sobre todo la mantequilla, los huevos y los ingredientes líquidos). De esta forma, conseguiremos que al batir la masa quede más aireada y homogénea y, por tanto, perfecta para que el bizcocho salga esponjoso y suave.

Lo segundo es batir correctamente para que se formen esas microburbujas que harán que la masa se esponje, podemos hacerlo de varias formas:

  • Batiendo los huevos junto con el azúcar
  • Batiendo la mantequilla con el azúcar
  • Usando un impulsor químico o levadura

La importancia de los ingredientes

Los huevos

Además de aportar un valor nutritivo importante, actúan como emulsionante, facilitando la mezcla de grasas y líquidos, además de contribuir al crecimiento, esponjosidad, sabor y color del bizcocho.

Deben ser frescos y estar a temperatura ambiente, ya que así retienen más aire.

¿Cómo añadir este ingrediente? Hay que hacerlo de uno en uno, integrando cada uno perfectamente a la masa antes de añadir el siguiente huevo.

La harina

La harina se encarga de aportar el volumen y la estructura al bizcocho. Si no se elige la adecuada, puede hacer que el resultado sea un mazacote difícil de digerir o que la estructura se desmorone.

Lo mejor es usar harina de trigo común, o decantarse por una más suave si la receta lleva huevos.

¿Cómo añadir este ingrediente? Siempre hay que tamizarla primero para proporcionar aire a la masa. Lo mejor es agregarla al huevo batido de forma inmediata para que no se pierda el aire, y remover suavemente de abajo hacia arriba.

El impulsor

Otra manera de conseguir que el bizcocho quede esponjoso es usando elementos químicos y levaduras. Existen diferentes tipos en el mercado, una de las mejores es la levadura en polvo que cuenta con bicarbonato de sodio y consigue que el bizcocho se eleve.

Otra opción para esponjar las masas es usar gasificante alimenticio. Su función es la misma que la del polvo de hornear, pero es más natural. Hay que tener en cuenta que las proporciones son distintas. Por ejemplo, un sobre de levadura Royal (16 gramos) equivale a tres sobres dobles de gasificante El Tigre (5 gramos cada pareja de sobres).

Sea cual sea el tipo elegido, hay que usar la cantidad exacta que indica la receta. No por añadir más, el bizcocho va a crecer más y va a estar más esponjoso.

El molde: ni muy grande ni muy pequeño

El tamaño del molde es también un factor determinante a la hora de conseguir que nuestros bizcochos queden bien estructurados y esponjosos. Si es muy pequeño, la masa subirá demasiado y se hundirá por el centro porque habrá quedado poco hecha. Si es muy grande, la masa quedará demasiado esparcida y será más fácil que quede seco.

El tamaño del molde ideal es aquel en el que la masa cubre dos tercios del mismo.

El horneado

Una vez preparada la masa, hay que verterla en el molde y hornearla inmediatamente.

Por lo general, la temperatura ideal para hornear bizcochos es 180ºC y debe ser constante, por lo que habrá que precalentar el horno unos 10 minutos antes. Además, el calor debe llegar por igual desde la parte superior y la inferior.

Sabrás que ha llegado el momento de sacarlo del horno cuando se vea dorado, tenga el tacto firme y, al insertar un cuchillo en la parte más grande y sacarlo lentamente, éste salga limpio.

¡Y listo para disfrutar! Una buena merienda o un desayuno delicioso, casero y esponjoso.