En la actualidad, podemos contar con muchos materiales disponibles en el mercado para acabados de los paramentos constructivos. Entre ellos, encontramos el cemento pulido, un material muy sencillo y barato. Compuesto principalmente por la mezcla de cemento en polvo, agua y arena. Se trata de uno de los materiales por excelencia en la construcción y un pilar fundamental en todos los sistemas constructivos húmedos.

El cemento se suele utilizar para hacer hormigón y los morteros que tanto se utilizan en todas las obras para enfoscar paredes. Se trata de un material que no está concebido para ser un acabado debido a su facilidad para agrietarse, su porosidad e incluso a sus continuos desperfectos por arañazos o rozaduras. Sin embargo, podemos tratarlo con ciertos productos para aumentar y reforzar muchas de sus características.

Diferencias entre cemento pulido, hormigón y microcemento

La similitud en el aspecto exterior del acabado del cemento pulido y del microcemento puede dar lugar a confusión. Ambos aportan unas texturas y tonalidades generalmente grises y que se asocian al cemento en polvo, aunque pueden teñirse añadiéndoles aditivos y colorantes. Aportan un aspecto basto e industrial que tan de moda está hoy en día tanto en espacios públicos como en viviendas privadas o tipo lofts.

A pesar de ello, son drásticamente distintos. Su principal diferencia reside en el espesor del material: el microcemento apenas ronda los 2-3 mm de espesor, mientras que el cemento pulido necesita al menos entre 5 y 10 cm.

Realmente el cemento pulido es un material tanto de base como de acabado, es decir, no es más que una losa de hormigón a la que se le trata su terminación de una manera especial. Por este motivo es recomendable su uso exclusivo en suelos o paramentos horizontales, dejando las paredes o techos para el microcemento debido a la sencillez de su aplicación, normalmente manual.

Sus aplicaciones también suelen ser distintas, el microcemento se utiliza mucho en reformas y sobre todo en viviendas, mientras que el cemento pulido nos lo podemos encontrar muy comúnmente en obras de nueva construcción y edificaciones de uso no residencial.

Usos y aplicaciones del cemento pulido

Como ya hemos comentado, su principal aplicación se centra en los pavimentos, pero también lo podemos utilizar para fabricar otros elementos como pueden ser mesas, bancos o incluso escaleras. Tanto para el exterior como para interiores.

También es muy común su uso cuando instalamos un suelo radiante, ya que inevitablemente vamos a necesitar una solera de cemento que transmita la temperatura, y es una oportunidad para añadirle algún aditivo como cuarzo en polvo para aumentar su resistencia y así dejarla vista tras un tratamiento de pulido en su acabado.

Una de las características principales del cemento es que responde notablemente a los cambios de temperatura, agrietándose con facilidad incluso horas después de su aplicación si no contamos con las juntas de dilatación necesarias.

Estas juntas dependerán de la superficie a tratar e irán dividiendo nuestros suelos en segmentos delimitados por algún material plástico que permita su dilatación. Esta es una de las principales diferencias con el microcemento, puesto que este si que puede ser colocado de manera continua, sin ningún tipo de interrupción debido a su gran elasticidad al ser mezclado con varios productos químicos y a la incorporación de una fina lámina de fibra de vidrio que nos asegura la plasticidad del material.

Sin embargo, en contraposición, podemos afirmar que el cemento pulido es un material muy resistente y duradero. Soporta a la perfección el paso del tiempo siempre y cuando haya sido bien ejecutado desde un inicio. Tiene mucha resistencia a la compresión, por lo que es idóneo para edificaciones que van a necesitar soportar mucho peso en sus suelos, como pueden ser garajes, naves industriales o grandes superficies comerciales.

Por último, otro gran beneficio a tener en cuenta es su capacidad de adaptación en cualquier tipo de geometría en la que vayamos a colocarlo. Esto se debe a que es un material prácticamente líquido en el momento de su aplicación, este puede llegar a casi cualquier rincón por pura gravedad. Aunque tenemos que recordar que el acabado pulido lo conseguimos gracias a grandes máquinas pulidoras que por lo general no pueden llegar a todos los rincones, así que habrá que ir combinándolas con otras más simples y pequeñas si queremos conseguir un acabado más o menos uniforme en toda la superficie.

Este tipo de material para pavimentos, como cualquier otro, no está exento de fallos y desperfectos, y para ello es importante contar con un Seguro de Hogar MAPFRE al que podamos acudir si tenemos algún problema.

Jose Moreno Ferre

Arquitecto