Cuando el árbol es joven presenta un porte erecto, que va inclinándose y retorciéndose con los años. Tiene una copa densa y extensa, redondeada e irregular.
Un árbol que florece en primavera
Como comentábamos antes, su corteza, que nos da corcho, es muy gruesa, agrietada y grisácea. Cuando se extrae esta parte, el tronco queda con un aspecto rojizo.
El alcornoque florece en primavera y a veces de forma intermitente hasta el verano y el otoño.
En cuanto a su fructificación, el aspecto del fruto es en bellota alargada y vellosa en el ápice. Su cúpula tiene las escamas inferiores cortas y las superiores alargadas y algo revueltas. La bellota madura durante el otoño y parte del invierno.
Podemos encontrar alcornoques en los países del oeste del Mediterráneo, tanto en el sur de Europa como en el norte de África. Los terrenos en los que crece son silíceos, sueltos y permeables. Necesita una gran intensidad de luz y resiste bien el calor, aunque no crece en buenas condiciones cuando el clima es demasiado seco.
Además, estos árboles suelen propagarse por semillas sin necesidad de someterlas a un período de estratificación.
El corcho, su principal beneficio
Además de su principal aprovechamiento, el corcho, también se utiliza la bellota una vez cae del árbol.
En cuanto al corcho, este tiene múltiples aplicaciones como tapones, materiales aislantes y tejidos.
La corteza del alcornoque es muy rica en taninos y es utilizada para curtir los cueros. Su madera es dura y se ha usado a menudo en la fabricación de herramientas.

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