Es muy común escuchar frases como “prefiero un perro que me da más cariño” o “los gatos son muy ariscos” entre personas que nunca han convivido con un felino cuando lo que realmente ocurre es que son diferentes. No podemos comparar la forma de ser de un perro con la de un gato, por muy sociables que sean ambos, del mismo modo que no podemos compararlos con un pájaro o con un pez.

Los gatos son especiales y su personalidad lo es como ellos. No debemos olvidar que son felinos y, por tanto, entre sus características destacan su cuerpo esbelto, su vista y oído agudizados, su inteligencia y su instinto de caza (aunque en estos pequeños peludos, muchas veces se trate de un juego).

Como las personas, hay gatos más asustadizos que otros, del mismo modo que los hay más independientes, más ágiles, más tranquilos, o más cariñosos. El carácter de cada uno de ellos varía, lo que es común a todos es cómo demuestran cuando están en un entorno seguro, se sienten protegidos o buscan los mimos de sus dueños.

¿Cuándo amasan los gatos y qué significa?

Cuando un gato está a gusto en una zona de la casa lo manifiesta de diferentes maneras. Una de ellas es frotando su lomo en las puertas, radiadores, en las esquinas de las mesas, etc. Se trata de un síntoma muy evidente de que está marcado esa zona como confortable, es un lugar que le gusta y le hace sentir cómodo estar ahí.

Del mismo modo que marcan su territorio en los objetos, algunos gatos sienten que su refugio se encuentra cerca de sus dueños o cuidadores, y se sienten seguros con el contacto, las caricias o incluso tumbándose pegados a ellos.

Una vez en el regazo de su dueño, el animal expresa su cariño amansado con sus patas sobre la persona a la que quiere demostrar su ternura. Es su manera de decirnos cuánto nos quiere y lo a gusto que está cerca de nosotros y es un gesto muy habitual en ellos.

En esta postura puede estar segundos o incluso minutos, dependiendo lo cómodo que se encuentre, y se trata de un momento de exaltación del amor que siente por su dueño. Además, puede ir acompañado de ronroneo y suele terminar recostándose y quedándose dormido plácidamente.

¿Qué debemos tener en cuenta?

Los gatos no saben cuánta presión hacen cuando amasan con sus patas, por tanto, debemos tener cuidado con la longitud de sus uñas, ya que pueden hacernos daño sin darse cuenta.

Una opción es acostumbrarles desde cachorros a cortarles las uñas, algo que ni les duele ni resulta perjudicial para el animal, y que evitará este pequeño inconveniente cuando vengan a darnos amor. Si no nos vemos seguros cortándoles las uñas o tenemos miedo de hacerles daño, lo más recomendable es llevarlos al veterinario para que sea un experto quien se encargue.

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En definitiva, los gatos, igual que otros animales, también son cariñosos, aunque lo demuestren de manera distinta, solo hay que tener un poco de paciencia y saber tratarlos.

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