Esto no es solo un problema estético, ya que estos organismos pueden deteriorar las fachadas o pinturas con el tiempo, por lo que eliminar el moho cuanto antes es lo recomendable. Veamos cómo actuar en estos casos y cómo intentar prevenir su reaparición posterior.

Limpiar correctamente la zona

Lo primero será limpiar la zona afectada con un cepillo de cerdas duras o metálicas en seco. Frotaremos bien la zona hasta eliminar los hongos o moho todo lo posible. Después aplicaremos un producto fungicida. Hay productos especiales para tratar fachadas, así que seguiremos las instrucciones de aplicación del fabricante para no afectar a su efectividad.

Una vez aplicado con el cepillo, dejaremos actuar el producto el tiempo recomendado, después lo enjuagaremos con el cepillo y agua para eliminar los restos que hayan podido quedar. Si la zona nos lo permite, se pueden usar pistolas con agua a presión que facilitarán el trabajo. Si quedan restos, podemos repetir el proceso hasta dejar totalmente limpia la zona. Dejaremos secar para comprobar el resultado.

Acabar con el origen del problema

Una vez limpia la zona, hay que prevenir su aparición de nuevo. Para ello, buscaremos el posible origen: si se trata solo de una zona de sombra o alero, no podremos hacer mucho; pero si tenemos algún canalón o teja rotos que ayuden a que la zona esté húmeda, habrá que hacer una reparación. Si se trata de una fachada que no está pintada, aplicaremos el producto fungicida con un pincel y lo dejaremos secar, esta vez sin aplicar agua después.

En caso de paredes pintadas, existen pinturas especiales con el fungicida ya incluido en su fórmula. Normalmente son pinturas blancas, por lo que si no hay del color que necesitamos, podemos dar una primera mano con la pintura antimoho y, una vez seca, aplicar la pintura del color de nuestra fachada para tapar la zona.

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