Las tortugas se caracterizan además de por ser lentas y muy longevas, por presentar un caparazón que les permite esconderse cuando se sienten inseguras frente a un estímulo desconocido o un depredador. Éste está constituido por una placa única, cuya composición es huesos y unas placas que forman un escudo que protege al animal proporcionándole dureza y rigidez.

Debajo de este escudo, encontramos los órganos de la tortuga: los pulmones, el estómago, el intestino, etc. Este caparazón puede ser dañado y provocar diferentes lesiones.

Los accidentes más conocidos que pueden provocar una exposición de estos órganos vitales de la tortuga en casos graves son:

  • Ataques de otros animales, como por ejemplo mordiscos de perros.

  • Atropellos en tortugas terrestres que viven en libertad.

  • Caídas de pisos de aquellas que viven en cautividad.

  • Cualquier otro accidente o golpe fuerte en el que el caparazón pueda ser dañado.

¿Qué debemos hacer?

Siempre que veamos una tortuga con un daño que consideramos grave en el caparazón o en cualquier otra parte de su cuerpo, lo primero que debemos hacer es llevarla al veterinario inmediatamente.

Lo normal en estos casos es que el especialista valore primero el alcance de la lesión para proceder a desinfectarla si es necesario, en función de la gravedad, se pueden realizar otras pruebas como radiografías para ver bien las lesiones, y así, poner tratamiento antibiótico en cada caso e incluso solucionar la lesión del caparazón mediante cerclajes o resina.

¿Qué se hace en cada caso?

Cuando una tortuga sufre un accidente y su caparazón se rompe, hay que revisar si hay sangre, de esta manera comprobaremos si se trata de una herida superficial o profunda.

Lesiones superficiales

Son más leves, en muchos casos se trata de un simple arañazo y se puede desinfectar fácilmente e instaurar una pomada con algo de antibiótico para evitar infecciones. No debería haber ningún órgano expuesto, pero ante la duda, debemos acudir a un especialista para que pueda confirmarlo.

Lesiones profundas

En este caso, el problema es más grave:

  • Podemos desinfectar lo que vemos, pero será más complicado llegar al interior y una vez que se accede podemos encontrar larvas de mosca, que han depositado huevos en la herida. Éstas deben ser extraídas por un veterinario para confirmar que no ha quedado ninguna y que la herida está perfectamente limpia.

  • Cuando tenemos lesiones profundas, no sirve un tratamiento tópico de antibiótico; en estos casos necesitamos un antibiótico sistémico, muchas veces vía oral.

  • Además, tendremos que solucionar la lesión del caparazón: confirmar que no queda ningún trozo hacia el interior de los órganos y una vez confirmado, solucionarlo mediante cerclajes metálicos (similares a las grapas) o mediante una resina especial que pegará los fragmentos del caparazón.

  • Estas lesiones tardarán tiempo en cicatrizar. Teniendo en cuenta que, si además hablamos de tortugas acuáticas, la recuperación será más lenta.

En realidad, las lesiones en el caparazón de una tortuga no son raras, sobre todo si nos fijamos en aquellas que viven en libertad. Lo cierto, es que muchas veces las heridas leves se curan por sí mismas y en poco tiempo, el problema está en aquellas lesiones más graves que afectan a algún órgano vital del animal o que se infectan sin la revisión de un veterinario.