Lo primero que tendremos que hacer será proteger la zona del suelo en la que está el radiador, además de la pared. Para hacerlo, habrá que colocar un poco de papel de aluminio o papel de periódico y una toalla.

Limpiar los radiadores correctamente

El siguiente paso será eliminar todo el polvo, las pelusas o la grasa que se hayan ido acumulando. Lo podemos hacer con la aspiradora colocando la boquilla más pequeña.

A continuación, pulverizaremos el radiador con una mezcla de agua, jabón neutro y amoniaco, y dejaremos que actúe unos minutos.

Pasado ese tiempo, pasaremos un cepillo cilíndrico y lo iremos metiendo por los huecos del radiador, mientras vamos aclarando el líquido que habíamos pulverizado antes. Si no tenemos el cepillo cilíndrico, también podemos usar una bayeta enredada en un palo para frotar bien. Para ir aclarándolo, tendremos que seguir pulverizando la zona pero con un espray en el que solo haya agua. Dejaremos que escurra todo bien y, para secarlo, usaremos un secador de pelo.

Quitar el óxido de un radiador

Si tenemos que quitar manchas de óxido, habrá que mojar la zona con un cepillo metálico suave que habremos humedecido previamente con aguarrás, para después pasar un trapo seco.

Aunque las primeras veces tardaremos un poco más de tiempo, si limpiamos los radiadores con regularidad, será mucho más fácil mantenerlos y cada vez nos llevará menos tiempo.

Es importante mantener limpios los radiadores, tanto por dentro como por fuera, para mejorar su funcionamiento y aprovecharlos al máximo.

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