Cada año, al terminar la estación fría, es conveniente saber cómo limpiar la chimenea ya que ya no vamos a hacer uso de ella. Solo así evitaremos posibles accidentes al volver a encenderla la siguiente temporada –como el incendio del tubo por la cantidad de residuos depositados en él– o, simplemente, para mejorar su rendimiento y funcionamiento, al dejar expedito el tubo eliminando dichos residuos.

Es aconsejable realizar esta limpieza una vez al año, al terminar la temporada de uso preferentemente. Hoy, trataremos solamente un tipo de chimeneas que utilizan leña como combustible, no las de pellets, bioalcohol, etc., que requerirían otro método de limpieza.

¿Cómo limpiar la chimenea?

Hay varios sistemas para la limpieza de chimeneas según el combustible que estas utilicen o los medios que se empleen en dicha tarea. Aquí hablaremos de la limpieza mecánica que es, se podría decir, la clásica. La manera más práctica y cómoda para realizar este tipo de limpieza es contratar los servicios de alguna empresa o persona que se dedique a este menester. Conlleva, naturalmente, un coste  pero se evitan peligros.

La limpieza mecánica se realiza con la ayuda de una serie de útiles o herramientas diseñados para tal fin, de los que hay que proveerse antes de empezar, así como de ropa vieja, gafas protectoras, mascarilla, guantes y una linterna. Existen kits para la limpieza de chimeneas que se pueden adquirir en ferreterías o centros comerciales, que consisten, básicamente, en un cepillo, escobilla o erizo de deshollinar -hechos de acero o de nylon de distinto diámetro y forma- y sus correspondientes varillas de distintos materiales y medidas.

Hay que tener cuidado al elegir la longitud total de las varillas para no quedarnos cortos. En cuanto a la calidad, es preferible adquirir un buen kit, aunque sea más caro, ya que el coste se amortizará con unos pocos usos y el resultado que se obtiene es mejor.

En el caso de que nos decidamos a realizar personalmente la limpieza de nuestra chimenea, debemos seguir una serie de pasos que nos guiarán en este proceso.

  1. En primer lugar, hay que verificar el estado de la misma. Para ello, introducir la cabeza en el hogar para examinar el tubo. Hay que ayudarse de la linterna para iluminar el interior y de las gafas protectoras para evitar que partículas de hollín, que puedan desprenderse, dañen los ojos.
  2. Una vez comprobada la conveniencia de la limpieza de la chimenea se procederá a proteger la habitación de toda la suciedad que la operación origina. Para ello, salvaguardar el suelo frente a la chimenea con papeles o plásticos que se fijarán al mismo con cinta de pintor o carrocero. Sellar con la misma cinta la boca de la chimenea con dos plásticos solapados horizontalmente, dejando una abertura entre ellos para maniobrar con el cepillo.
  3. Provistos de gafas, mascarilla y guantes, comenzar a introducir, poco a poco, el cepillo o erizo deshollinador por entre los plásticos. Frotar fuertemente. Añadir las varillas que sean necesarias según se vaya subiendo. Cuando se note poca resistencia es porque se habrá desprendido la mayor parte de los residuos. Sacar el cepillo con cuidado y dejar  que se asiente el hollín desprendido. Abrir y cerrar varias veces el regulador de tiro para que caiga lo que se haya podido quedar en él y, al mismo tiempo, comprobar que funciona bien y que la chimenea no saca humo fuera.
  4. Cuando pase un buen rato, quitar los plásticos y retirar el hollín caído con un aspirador. Si no se quiere utilizar un aspirador, barrer los restos con un cepillo. Echar los residuos a una bolsa o saco y llevarlos a un punto limpio.
  5. Finalmente, limpiar la embocadura de la chimenea y la base con algún producto adecuado al material de que esté hecha.

Este mismo proceso se puede realizar desde el tejado. Pero en ese caso es aconsejable que sea un especialista el que realice la operación porque conseguirá una limpieza más profunda y duradera, además de evitar posibles percances. Asegúrate de que se trata de un deshollinador mantenedor con carnet que así lo acredite.

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Cada cuánto hay que limpiar la chimenea

Los residuos que resultan de quemar la madera son el hollín y la creosota.  El hollín no es otra cosa que una sustancia crasa en forma de pequeñas bolitas negras depositada por el humo en las paredes del conducto de salida o tubo. La creosota es un líquido resbaladizo, que se adhiere a las paredes internas de la chimenea y es altamente inflamable. Con el tiempo, estos residuos llegan a obstruir la vía de escape de los tóxicos emanados por la combustión de la leña.

Es necesario, por tanto, proceder periódicamente a su limpieza para un mejor funcionamiento y para evitar el peligro de que se incendie. En tal caso, el Seguro de Hogar MAPFRE dispone de servicio de urgencia en caso de siniestro de incendio.

Como regla general, si la chimenea se utiliza a diario, se aconseja limpiarla una vez al año. Si el uso es esporádico, el tiempo entre limpiezas puede espaciarse. En cualquier caso, será necesaria una limpieza cuando la capa de hollín tenga unos tres milímetros de espesor.

La acumulación de suciedad no solo depende del uso, sino también del tipo de madera que se utilice. Las que menos residuos dejan son las de encina y roble; la de pino tiene mucha resina y genera mucha creosota. La manera de encender la chimenea también tiene su importancia a la hora de generar residuos. Por ello, se aconseja no utilizar papeles, sino pastillas o astillas de encendido, porque generan menos alquitranes.

Limpieza química

Aparte de esta limpieza, para mantener la chimenea en buenas condiciones, es conveniente hacer de vez en cuando limpiezas químicas de mantenimiento durante la temporada de uso. En el mercado existen diferentes sistemas y productos: pastillas que limpian y mejoran el tiro,  el leño deshollinador, etc.,  concebidos especialmente para el tratamiento de limpieza y protección interior de chimeneas e instalaciones similares susceptibles de formar hollín en sus paredes. Desintegran el hollín, las resinas y alquitranes incrustados en la chimenea y en la cámara de combustión. Antes de su utilización, es imprescindible leer las instrucciones de uso y las dosis  recomendadas por los fabricantes y seguirlas escrupulosamente.

Este tratamiento intermedio o de mantenimiento, mejora el rendimiento de las chimeneas y prolongan su vida útil.