Seguramente hayas visto las sillas Eames en diferentes lugares y te hayas enamorado de su diseño sencillo, práctico y elegante. Con el auge del estilo nórdico, estas sillas se han convertido en el adalid de esta tendencia, pero su versatilidad permite usarlas en casi todo tipo de ambientes y terrenos. Su asiento ergonómico fabricado de una sola pieza y sus patas metálicas o de madera que dibujan un triángulo son ya un icono de decoración con varias décadas de historia.

Durante años, Charles Eames y su esposa Ray trabajaron en busca de un producto de diseño innovador al alcance de todos. “Conseguir más de lo mejor para más gente y por menos dinero” era su leit motiv. Y en 1948, con su ya famosa plastic chair lo consiguieron. La clave fue diseñar una silla que pudiera fabricarse en serie, algo que hasta el momento no se había intentado. Idearon un asiento de una sola pieza combinable con una variedad de bases y perfectos para la producción industrial. Además, para abaratar los costes, buscaron diferentes materiales hasta que dieron con la resina de poliéster reforzada con fibra de vidrio, un material desconocido hasta entonces por la industria del mueble.

Las sillas Eames como objeto de deseo

En su momento (y aún hoy en día) supusieron una auténtica revolución: los materiales empleados, el diseño ergonómico de su asiento, así como la diversidad de opciones que permiten al poderse cambiar las patas entre sí han dado lugar a una de las sillas más versátiles que existen. Todo esto hace que encajen a la perfección en cualquier ambiente: como sillas de comedor, en el vestidor, dormitorio, en la oficina… Incluso hay versiones más pequeñas destinadas al uso de habitaciones infantiles. Y es que su diseño ha ido variando mucho con el paso de los años hasta hoy en día, que contamos con diferentes modelos para la misma silla.

La primera que se hizo (la DSW) consistía en un asiento en fibra de vidrio sin acolchar y patas de madera de arce hilada con traviesas de alambre cromado o negro. Se produjo en serie durante muchos años hasta se empezaron a conocer los riesgos medioambientales que conllevaba producir la fibra de vidrio.

En 2004, la firma Herman Miller adaptó la silla a las nuevas necesidades construyéndola con polipropileno, que es la que se comercializa en la actualidad. Un material cien por cien reciclable, más resistente y con mayor durabilidad. Si cuentas con una de estas sillas fabricadas con su material original, tienes un pedazo de historia del diseño. Por eso, no olvides incluirla en el contenido de tu Seguro de Hogar MAPFRE, para que esté protegida ante cualquier incidente que pueda surgir.

Además de este modelo, el matrimonio se involucró en crear otras variedades, como la DAW, que incorpora reposabrazos, que también forman una sola pieza junto con el asiento; la RAR, que es una adaptación de la silla a modo de mecedora; o la DSR, cuya base de metal simula la forma de la torre Eiffel, un diseño que combina de manera inimitable la ligereza de sus líneas con una gran resistencia estructural, lo que proporciona mayor estabilidad.

Otro diseño curioso y vanguardista en cuanto a su base es el de la DAL, con una única pata central formada por cuatro ejes paralelos que se dividen en la parte inferior para formar cuatro radios. Fue un trabajo puntual que se realizó expresamente para ocupar el legendario restaurante La Fonda del Sol de Nueva York en 1961, aunque su éxito fue tal que su distribución se popularizó casi tanto como la DSW.