La adquisición de un inmueble se traduce en un fuerte desembolso económico para muchas personas. Contar con los ahorros necesarios para hacer frente a dicho pago suele ser algo excepcional, así como contar con alguien que respalde la operación. Por ello, es bastante común pedir una hipoteca sin aval a un banco, aunque ello dificulte en gran medida la concesión de la financiación.

¿Qué es una hipoteca sin aval?

Una hipoteca sin aval hace referencia a un préstamo bancario que no requiere ninguna garantía adicional que respalde la obligación de pagar las cuotas correspondientes, salvo el propio bien que se adquiere. En el caso contrario, es decir, en una financiación con avalista, si el cliente no puede devolver el dinero, la persona que actúa como fiador debe hacer frente al pago.

Dado que pedir a un familiar o un amigo que asuma esta responsabilidad supone un gran compromiso para su patrimonio, es recomendable evitarlo en la medida de lo posible. La incorporación de esta figura en el contrato de la financiación suele ser necesario cuando la cuota mensual representa más del 40% del sueldo neto o si el préstamo supera el 80% del valor de la vivienda, entre otros supuestos.

Requisitos para obtener una hipoteca sin aval

Para conseguir que un banco conceda una hipoteca sin aval es preciso cumplir una serie de requisitos. El objetivo es comprobar la solvencia del cliente para devolver la cuantía solicitada más los intereses. Entre las condiciones que suelen exigir las entidades bancarias se encuentran las siguientes:

  • Ser mayor de edad, aunque lo ideal es encontrarse entre los 35 y 45 años.
  • Justificar que se tienen unos ingresos suficientes para hacer frente a la obligación de pago.
  • Acreditar que se cuenta con un trabajo estable o una cierta antigüedad en el mismo puesto. En el caso de los trabajadores por cuenta propia es recomendable evidenciar que la actividad autónoma se realiza desde hace bastantes años.
  • Demostrar que no existen deudas pendientes de otras operaciones que puedan dificultar la devolución del préstamo hipotecario, así como no encontrarse en ninguna lista de morosos.
  • Disponer de una cantidad suficiente de ahorros que facilite la formalización de la hipoteca sin aval.
  • Solicitar una financiación para la compra de una vivienda que sea del 80% de su valor de tasación como máximo.
  • En la mayoría de los casos, también suele ser necesario contratar algunos productos asociados a la hipoteca, como por ejemplo un seguro de vida, una tarjeta de crédito o un seguro de hogar.

Pros y contras de las hipotecas sin aval

La principal ventaja de las hipotecas sin aval está relacionada con la exención de responsabilidad de la persona que actúe como fiador. De este modo desaparece el riesgo de que esta figura pueda perder su patrimonio presente y futuro en caso de que el titular del préstamo no cumpla con los pagos establecidos.

Como contrapartida, si no se tiene avalista, las posibilidades de que un banco ofrezca financiación son más reducidas. Además, las condiciones de la hipoteca también suelen ser más duras, sobre todo a la hora de aplicar tipos de interés más altos.

Aunque contar con un aval es una de las formas más rápidas y sencillas de conseguir financiación, es importante valorar el riesgo que implica esta opción. Por norma general, es preferible solicitar una hipoteca sin aval y asumir obligaciones de pago que no superen aproximadamente el 30% de los ingresos mensuales.