La llegada de los Reyes Magos es inminente. Hay que acostarse, pero antes, debemos dejar los zapatos cerca de la ventana y una pequeña vianda para que los Reyes (y sus camellos) cojan fuerzas para continuar con la entrega. Y es que, el día más mágico e ilusionante de todo el año viene cargado de rituales y tradiciones que siguen mayores y pequeños, y que conviene no saltarse para que sus majestades lo tengan más fácil a la hora de hacer el reparto de regalos.

¿Quiénes fueron los Reyes Magos?

La tradición de los Reyes Magos tiene su origen en el relato de la venida al mundo de Jesús. Según cuenta la historia, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, unos magos procedentes del Oriente llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella para rendirle homenaje y entregarle tres regalos al niño: oro, incienso y mirra. El oro simbolizaba que Jesús era rey de reyes; el incienso, que era Dios, ya que era un aroma que se usaba en la antigüedad para ofrecérselo a la divinidad de turno. La mirra, un ungüento elaborado a base de resinas, se utilizaba en los ritos mortuorios. Con este último presente, manifestaban que Jesús también era hombre, y que moriría para salvar a la humanidad.

Lo que nunca se cuenta en los evangelios es que fueran reyes, y que fueran tres. Sólo eran unos magos, que por aquel entonces era la denominación que recibían los sacerdotes eruditos y los hombres sabios. Fue en el siglo III cuando se barajó la hipótesis de que fueran reyes y que además, a tenor del número de regalos, eran tres.

Sus nombres también son posteriores. Fue en el siglo VI, con el mosaico de San Apollinaire Nuovo (Rávena), cuando se cita por primera vez a Melchor, Gaspar y Baltasar, se les viste con ropajes persas e, incluso, se revela sus edades. Nueve siglos más tarde, se les asigna un lugar de procedencia, según los conocimientos geográficos que se tenían en aquella época, a punto de descubrir un continente más. Así, Melchor viene de Europa; Gaspar, de Asia; y Baltasar, de África.

Tradición española

Pero, ¿cómo pasaron de entregar unos presentes a un niño a repartir regalos por todo el mundo y en todas las épocas? La tradición se fraguó en España hace tan solo dos siglos.

    La noche anterior a la Epifanía, los Reyes de Oriente decidieron obsequiar con juguetes y dulces a los más pequeños de la casa (porque lo de los adultos recibiendo regalos es algo muy reciente). La iniciativa fue calando poco a poco en todas las familias, hasta que en 1866 se organizó en Alcoy (Alicante) una cabalgata (la primera) para recibir a sus majestades con los honores que merecían.

    La tradición ha pasado por momentos altos y bajos, pero nunca ha desaparecido. La España de la postguerra modificó el tipo de regalos que recibían los niños debido a la necesidad imperante. Así, la mañana del 6 de enero se despertaban entusiasmados para darle un bocado a un dulce o, en el mejor de los casos, estrenar los zapatos que le acompañarían durante todo el año.

    Ritual para la llegada de los Reyes Magos

    Desde el siglo XIX los Reyes Magos reparten regalos en España y, posteriormente, en algunas regiones de habla hispana. La noche del 5 de enero es la más ajetreada: a la popular cabalgata le siguen una serie de tradiciones y costumbres muy arraigadas. Y es que, quien más y quien menos, mantiene ciertos rituales en su familia que se van transmitiendo de generación en generación. Estos son algunos de ellos:

    • Escribir la carta: Los reyes que conocemos hoy son magos. Adivinan los deseos y pensamientos de los niños, y hasta saben si se han portado bien durante el año. Pero eso no quita que necesiten de una pequeña ayuda. Por eso, los niños deben escribirles una carta contándoles si han sido buenos –o casi buenos-, e indicando qué regalos son los que les gustaría recibir. El tiempo que pasa desde que se manda la misiva hasta que se reciben los regalos es largo, y hace que se mantenga la ilusión a niveles estratosféricos. Tanto, que los nervios de la noche de antes no dejan casi conciliar el sueño. Y de ahí, viene la siguiente tradición…
    • Irse pronto a dormir: A los Reyes Magos no les gusta tener espías. Tienen que repartir muchos regalos y no pueden permitirse el lujo de perder el tiempo en ninguna casa. Entran, dejan los regalos y se van. Y para eso, los niños deben estar completamente dormidos. Si los Reyes saben que hay alguno despierto (y ellos lo saben todo) pasarán de largo y no dejarán regalos.
    • Ofrecerles un aperitivo: Que sean reyes, magos y centenarios, no quiere decir que no se cansen. A ellos también les flaquean las fuerzas, y más en una noche tan dura e intensa de trabajo después de un largo viaje. Por eso, las familias suelen dejar un plato con un aperitivo para los reyes, unos vasos de leche o alguna bebida, y agua para los camellos.
    • Poner los zapatos: cada miembro de la familia debe dejar sus mejores zapatos escrupulosamente limpios en aquel rincón de la casa en el que quiera que le dejen los regalos. Puede ser cerca de la ventana, bajo la chimenea, junto al sofá o debajo del árbol de Navidad. En algunas casas, tienen la costumbre de meter caramelos en los zapatos para los Reyes.
    • Carbón dulce: Y ¿qué pasa si el niño se ha portado mal durante el año? Pues que cuando vaya a ver sus regalos, en lugar de juguetes, libros y muñecas encontrará un saquito con carbón. Si tiene suerte, será carbón dulce y al menos se lo podrá comer. Pero con cuidado, porque es puro azúcar.
    • Comer roscón: Para finalizar la época de celebraciones, y antes de hacerse el firme propósito de comenzar mil dietas, llega el momento del Roscón de Reyes. Solo, o mojado en leche o chocolate. El broche de oro a un año más de celebraciones navideñas.

    Pero la pauta más importante para seguir en la noche de Reyes es dejarse llevar, sorprenderse, disfrutar e ilusionarse como un niño. El Seguro de Hogar MAPFRE te ofrece las mejores coberturas y la absoluta tranquilidad de saber que estás en buenas manos. Para que tú solo tengas que preocuparte de esperar a los Reyes.