Es una práctica muy común en los países del norte de Europa, que empieza a imponerse cada vez con más frecuencia en nuestro país. La sauna puede ser finlandesa, húmeda o por infrarrojos. Y es que instalar una sauna en el baño es mucho más sencillo de lo que pensamos. Te contamos sus beneficios y cómo puedes instalarla para disfrutar de sus propiedades en cualquier momento del día. Eso sí, recuerda que los expertos recomiendan no usarla más de dos veces por día y no más de tres veces a la semana. 

Beneficios de la sauna

Entre sus múltiples propiedades, la sauna puede ayudarnos en gran medida a liberar el estrés del día, disminuyendo con ello los dolores musculares propios del estado de nerviosismo. También ayuda a una mejor oxigenación del cuerpo, ya que el vapor de agua hace que se dilaten las fosas nasales, algo que permite combatir la bronquitis o la sinusitis.

Cuando el organismo se somete al calor, acelera sus funciones metabólicas que revitalizan los tejidos, ayudando a retardar el proceso de envejecimiento de la piel. También se consigue una mayor estimulación de la circulación sanguínea, pero sobre todo, la sauna ayuda a exfoliar la piel, eliminando la suciedad que hay en los poros. 

Recomendaciones antes de la sauna

Al igual que sucede en un spa o en una bañera de hidromasaje, en la sauna hay que mantener algunas precauciones y recomendaciones de seguridad, como por ejemplo, beber agua o zumo antes de entrar -para compensar la deshidratación-, o no tomar el baño tras haber comido mucho o con el estómago totalmente vacío. En todos los casos, recuerda que los periodos de tiempo en la sauna no deben ser muy largos y que, al mínimo mareo, es importante que salgas rápido.

Si planeas tener la sauna en casa, no olvides que ésta requiere un mantenimiento constante: limpiarla de manera diaria o semanal, revisar los sistemas de ventilación, el estado de las paredes, del calentador… Además, recuerda que cada dos años es recomendable dar un tratamiento específico a la madera del interior.

Instalación de la sauna

Antes de adquirir la sauna, lo primero que debes hacer es pensar dónde la vas a instalar: baño, terraza, jardín o integrada en la decoración. En el caso de que te decantes por un espacio interior, es importante que tengas claro las medidas exactas y, si es posible, su incorporación o no. También deberías fijarte en qué modelo concuerda más con la decoración general de la casa.

La sauna tiene que resultar muy cómoda, que no agobie a la persona en su interior, por lo que también hay que fijarse en la altura y la anchura y de la misma. En cierta medida, procura que tampoco tenga excesiva iluminación, pero sí una ventilación adecuada que proporcione aire limpio. Para facilitarte el mantenimiento, asegúrate que es una sauna fácil de limpiar, que no contengan huecos excesivos que después sean inaccesibles.

Por seguridad, la puerta de la sauna deberá ser de cierre automático, sin pomo. Los asientos deberán ir recubiertos para no quemarnos con las partes metálicas. Además, el calentador tiene que tener un sistema de guardia para prevenir incendios.

Con estos consejos seguro que consigues disfrutar al máximo de las propiedades y beneficios que tiene esta ancestral tradición para el cuidado del cuerpo. Si de verdad te preocupa la salud, tu mejor opción es contar con las beneficiosas protecciones que te proporcionan los servicios MAPFRE Salud. Productos diseñados para cubrir las necesidades de toda la familia con las coberturas más completas al alcance de todos.

LO QUE DEBES SABER…
  • Dónde instalarla: en la terraza, en el jardín o en el baño, siempre que haya espacio suficiente.
  • Ventilación: instalarla en un sitio con buena ventilación y poca iluminación.
  • Precauciones: cierre automático en la puerta, asientos recubiertos para evitar quemaduras y un control en el calefactor.