Hacer una composición de cuadros es una excelente forma de decorar una pared y llenarla de vida, pero no es una tarea fácil. Además de tener cierto gusto estético, es importante conocer varios trucos para hacer que la composición sea agradable a la vista y el conjunto sea armónico. No importa si los marcos son diferentes y de varios tamaños, o que se mezclen ilustraciones con fotografías e, incluso, espejos o esculturas de pared. La clave está en saber encontrar el equilibrio entre todos los elementos. Pero, ¿cómo conseguirlo? Te lo contamos.

Normas básicas que debes tener en cuenta

Existen tantos tipos de composiciones de cuadros como gustos y colores, desde las que muestran un orden milimétrico llevado a la máxima expresión hasta las que parecen haber caído así por casualidad. Sin embargo, todas, absolutamente todas -o al menos las que tienen un resultado agradable- están minuciosamente estudiadas y calculadas.

Para ello, se suelen seguir una serie de normas básicas que son la clave para que la composición sea armónica y equilibrada:

Distancia entre cuadros

El espacio que dejes entre los cuadros debe ser directamente proporcional a su tamaño, es decir, cuando más grandes, mayor distancia entre ellos, y cuando más pequeños, menor. Eso sí, como mínimo, la distancia debe ser de cinco centímetros.

Altura de la composición

El centro del conjunto de cuadros debe colocarse siempre a la altura de los ojos y a unos veinte centímetros de separación del sofá o mueble (en el caso de que hubiera uno en esa pared). Además, la masa de cuadros debe quedar más cerca de dichos muebles que del techo, para que no parezca que están levitando.

Tamaño de los cuadros

Puedes elegir todos los cuadros del mismo tamaño, o de varios, siempre y cuando guarden proporción con la pared. Si esta es muy pequeña y colocas cuadros diminutos, la composición quedará ridícula. En tal caso, lo más indicado es mezclarlos con cuadros medianos.

Si la pared es inmensa, nada mejor que llenarla de cuadros grandes.

Sobre una línea imaginaria

Ya sea una composición ordenada o caótica, la clave para crear armonía es trazar una línea horizontal imaginaria a partir de la cual ir colocando los cuadros alineados por su base o por el centro, como en estos ejemplos.

Juega con la composición

La composición de los cuadros juega también un papel crucial a la hora de agrandar o reducir visualmente los espacios. Por eso, además de decorar, no está de más que utilices estos elementos de forma calculada. Por ejemplo, si optas por una composición vertical, conseguirás que los techos parezcan más altos.

Además, debes crear una composición acorde con la pared. Si quieres cubrir la del sofá, lo mejor es elegir un esquema horizontal.

Para evitar errores, antes de colgarlos en la pared, utiliza papeles del mismo tamaño que los cuadros y colócalos con celo en la pared. Si te convence, entonces es el momento de poner los clavos. Recuerda que, si necesitas ayuda a la hora de colgarlos, con el servicio de bricolaje del seguro hogar Mapfre tendrás la asistencia necesaria.

Orden vs libertad

Como decíamos al principio, la composición de los cuadros puede cumplir con todos los cánones de la equidad o vivir en una anarquía, eso sí, controlada. Hasta la composición más libre tiene que llevar un orden para ser agradable a la vista.

Orden

Hacer una composición ordenada es la forma más sencilla de agrupar cuadros. Tan solo debes cumplir con las reglas de la simetría y las líneas rectas. Puedes llevarlo a cabo de varias formas. Una de las más sencillas es colocando nueve cuadros distribuidos en tres filas y tres columnas, con una separación equidistante entre ellos. Es el juego de medidas perfecto:

  • Si además de orden, quieres crear el efecto de techos altos, opta por colocar tres cuadros verticales de la misma medida uno al lado del otro.
  • Las composiciones simétricas son éxito asegurado a la hora de encontrar el equilibrio perfecto. Una forma de hacerlo es colocando un cuadro más grande en el centro y, a partir de él, el mismo esquema de cuadros de diferentes medidas.
  • Un esquema equilibrado, pero dinámico es el que se asemeja a las aspas de un molinillo de viento. Es decir, cuatro cuadros del mismo tamaño, uno vertical, otro horizontal, y debajo, uno horizontal y otro vertical. Y todos guardando la misma distancia unos de otros.

Existe otra forma de mantener el orden, más allá de la forma en la que se coloquen los cuadros, y es eligiendo un hilo conductor que dé cohesión a todo el conjunto, como el mismo tipo de imágenes o el mismo color.

Composición libre

Colocar los cuadros de forma libre y conseguir un buen resultado no es tarea fácil. Hay que saber mezclarlos con acierto, a modo de collage, dando paso a la creatividad, pero sin dejar el buen gusto de lado.

La primera clave para conseguir una composición coherente es situar el centro de la composición a la altura de los ojos y colocar uno de los cuadros, el de mayor fuerza visual, en el foco de atención alrededor del cual gira el resto en uno u otro sentido.

Además, los marcos de los cuadros deben ser similares, aunque sean de diferentes tamaños. El secreto está en no mezclar más de cuatro tipos de materiales o colores de marcos.

En las composiciones libres prima también la diversidad de contenidos de los mismos, pero para ganar armonía deben tener tonos parecidos. En estos casos, no se aconseja mezclar, por ejemplo, fotos en blanco y negro con pinturas en color. Para dar sentido a esta anarquía de cuadros, se puede buscar un elemento que se repita en algunos de ellos.

Recuerda que si no se te da bien hacer este tipo de trabajos o no te quieres complicar la vida puedes solicitar ayuda al Servicio de Bricolaje de MAPFRE gracias al Seguro de Hogar.