Baldosas de barro, piedras, madera… seguro que estos tipos de suelos los conoces bastante bien. Pero, ¿has oído hablar del hormigón impreso? Este pavimento se ha convertido en la tendencia del momento gracias a su resistencia, durabilidad y la gran variedad de acabados que ofrece. ¿Quieres saber más sobre sus características y ventajas? Te lo contamos.

¿Qué es el hormigón impreso?

El hormigón es un material compuesto por una mezcla de cemento a la que se le incorpora arena, agua y grava. Cuando se le somete a un proceso de estampado y texturizado, es lo que se conoce como hormigón impreso.

Este pavimento decorativo es el resultado de aplicar una superficie de hormigón fresco enriquecido con diversos tipos de fibra; a continuación, una capa superficial de mortero endurecedor al que se le puede añadir color; y, por último, un líquido antiadherente sobre el que se puede hacer todo tipo de estampaciones, texturas y relieves usando diferentes moldes.

Este proceso deriva en un suelo que trata de imitar otros materiales, como madera, baldosas, cerámica, etc. Gracias a esta capacidad camaleónica, consigue adaptarse perfectamente a cualquier entorno y decoración.

Características de hormigón impreso

El hormigón impreso presenta una serie de características que lo diferencian de otros tipos de suelos:

  • Las variedades de patrones y diseños que se pueden hacer son prácticamente infinitas.
  • Su instalación es más rápida que otros tipos de suelo, y más económica.
  • Al ser todo de una pieza, evita que crezca esa maleza que suele brotar en las juntas de adoquines y baldosas en las zonas ajardinadas.
  • No requiere mucho mantenimiento.
  • Es muy resistente a los climas más fríos y más cálidos, la abrasión y la fricción (sin embargo, no tolera bien los cambios bruscos de temperaturas muy extremas).

¿Dónde ponerlo?

Este tipo de suelos son muy habituales en lugares públicos, como plazas, parques, aceras, caminos, naves industriales, etc.

No obstante, cada vez se están usando más en urbanizaciones y casas unifamiliares para el solado de terrazas, caminos, y bordes de piscinas, e incluso para espacios diáfanos en el interior de las viviendas, sobre todo, aquellos que imitan madera. En este último caso hay que tener cuidado porque el hormigón pesa mucho y podría generar sobrecargas si se instala en pisos o en plantas altas.

Formas y colores

Como decíamos al principio, una de las particularidades del hormigón impreso es la gran variedad de formas y diseños que se pueden conseguir. Para ello, se usan plantillas, moldes o retículas metálicos o de poliuretano con los que se da relieve y forma a la masa.

Al ser simétricos, se pueden estampar por toda la superficie para replicar un diseño sin que se perciban las divisiones del molde. Con este sistema se puede reproducir con bastante similitud un suelo de piedras, de adoquines, o de baldosas, como en estas imágenes:

O reproducir la madera, crear cenefas, y un amplio etcétera.

Además de darle forma, también se puede aplicar color mediante el uso de pigmentos naturales o artificiales que se añaden al mortero. Estos suelen ser rojos, amarillos, verdes, azules, negros y grises.