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Panleucopenia felina

gato en el veterinario
5 Min de lectura
Si tienes un gato es importante que conozcas las enfermedades más frecuentes de estos animales para poder actuar y tratarle en caso de que lo necesite. La Panleucopedia felina es una de las importantes, por eso debes conocer cuáles son sus síntomas, cómo se diagnostica, cuál es el tratamiento y cómo se previene. ¡Toma nota!
Veterinaria Gema Garcia La Mota
Gema García Quintero
Veterinaria Cofundadora de Clínica Veterinaria La Mota

Licenciada en Veterinaria desde 2009 y especializada en pequeños animales, perros, gatos y roedores. Cuenta con su propia clínica veterinaria, donde dan servicio de consulta, pruebas de laboratorio y diagnóstico, hospitalización y cirugía.

La Panleucopenia felina es un virus del tipo parvovirus, que es de los más resistentes. La infección se transmite de gato a gato a través de las heces o de cualquier comedero, saliva, camas, mantas, etc. Este virus se multiplica en la médula ósea y en el sistema digestivo del animal, lo que provocará a continuación su sintomatología.

Los gatos más propensos a sufrir la enfermedad son los más jóvenes y más aún si no están vacunados.

Es importante saber que la Panleucopenia felina puede hacer que el gato necesite permanecer ingresado en un hospital con fluidoterapia y tratamiento de soporte, y en casos más graves, puede causar la muerte al animal.

¿Cuáles son sus síntomas?

Al inicio de la enfermedad, los síntomas para detectar la enfermedad pueden ser poco concretos, ya que suelen empezar con un decaimiento sin más. Pero a medida que avancen las horas podremos encontrar otros:

  • Decaimiento.
  • Anorexia o rechazo a la comida.
  • Vómitos.
  • Diarreas, que pueden ser sanguinolentas.
  • Fiebre.

Al encontrar estos síntomas en un gato y en ocasiones siendo joven puede darse un cuadro de deshidratación severa y anemia, por lo que es probable que necesite fluidoterapia y tratamientos inyectables, no para curar la enfermedad, ya que se trata de un virus, sino instaurar un tratamiento de soporte hasta que el gato pueda superarlo.

¿Cómo se diagnostica?

Cuando acudimos al veterinario con nuestro gato enfermo, se realiza una serie de diagnósticos diferenciales en función de los síntomas y del protocolo de vacunación y desparasitación.

Una vez que el veterinario tenga en mente esta enfermedad, podrá descartarla de la siguiente forma:

  • Análisis fecal: cogiendo una muestra de las heces, se realiza un test rápido para saber si el gato es portador del virus.
  • Otras muestras nos pueden ayudar, por ejemplo, en el hemograma, viendo toda la serie blanca con niveles muy bajos (leucopenia).

Tratamiento

No existe un tratamiento específico, sino que hay que controlar todos los síntomas, además de estimular las defensas del felino para que venza a la enfermedad.

Es importante administrarle líquidos de manera constante para tratar la deshidratación y para terminar con la anemia realizar una transfusión de sangre u otros hemoderivados. También es aconsejable recurrir a fármacos para detener los vómitos. En caso de rechazo de la comida hay que forzar la ingestión con tomas frecuentes, pero de poca cantidad, incluso colocar una sonda nasal en casos más extremos.

De forma paralela hay que prevenir otras infecciones con la administración de antibióticos de amplio espectro.

Igual de importante es mantener al gato aislado del resto de su especie, pues la enfermedad es altamente infecciosa. Desinfectar toda la casa y objetos con lejía, incluso lavar bien las manos de las personas que han estado en contacto con el animal.

¿Cómo se previene?

La mejor manera de prevenir esta enfermedad es vacunar a los gatos. Con ello tendrán los anticuerpos necesarios frente a esta y otras enfermedades, de manera que, si entra en contacto con el virus, podrá evitar caer enfermo.

Cuando el veterinario propone empezar un protocolo de vacunación, una gran parte de las veces la respuesta es: “prefiero no vacunarle, apenas sale de casa” y eso es un error. El gato no sale de casa, pero nosotros sí. Existen multitud de ocasiones en las que, sin darnos cuenta, podemos introducir el virus en nuestro hogar, poniendo en riesgo la vida de nuestra mascota, como pueden ser:

  • Pasear por zonas que estén infectadas y meter en casa esos mismos zapatos que nuestro gato puede olisquear.
  • Si vamos a casa de algún familiar o conocido y su gato está enfermo, podríamos transportar el virus.
  • Caminando por la calle, nos encontramos un gato, lo acariciamos o le buscamos un hogar y ese animal resulta estar infectado, y sin darnos cuenta hemos metido en casa el virus.

Existen multitud de ocasiones en las que sin pensarlo, podemos ser los culpables de que nuestro gato contraiga la enfermedad; la mejor manera de evitarlo es mediante un buen protocolo de vacunación guiado por nuestro veterinario. Recuerda que MAPFRE cuenta con un seguro para mascotas, que cubre, además, daños al animal por accidente, robo o extravío, defensa jurídica, etc.

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Publicado por Gema García Quintero
- 9 Ago, 2021

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