Los cuidados básicos de un huerto casero
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Los huertos caseros bien cuidados son una alternativa en una sociedad de consumo rápido y alimentos procesados como la nuestra en la que es complicado llevar una alimentación sana basada en productos naturales. Para ello no es necesario disponer de una gran extensión de tierra o vivir fuera de la ciudad. Puedes crear tu propio huerto en el balcón de tu casa o incluso en tu cocina con plantas aromáticas como la hierbabuena o el perejil.
Algunas de estas plantas no necesitan de una gran cantidad de sustrato para enraizar por lo que son ideales para pequeños maceteros que te proporcionarán alimentos que tú mismo has cultivado.
¿Qué plantas podemos tener en un huerto casero?
Lo primero es planificar el espacio. Para terrazas en entornos urbanos contaremos probablemente con poca superficie por lo que podemos conformarnos con la instalación de unas cuantas jardineras que nos permitan cultivar distintos tipos de plantas.
También tenemos que tener en cuenta el clima en el que nos encontramos y el tipo de plantas que podremos plantar para que crezcan satisfactoriamente.
Las fresas pueden crecer en pequeñas jardineras al igual que cualquier hierba aromática. Si dispones de un poco más de espacio las lechugas o los tomates son una buena opción para cultivar en un huerto casero.
Cuidados más comunes para un huerto casero
Una vez elegidas las plantas idóneas de acuerdo con el espacio, la luz y el clima en la que se desarrollará el huerto casero. Es necesario tener en cuenta medidas de protección para las plantas ante las inclemencias del tiempo. Generalmente se utilizan pequeños invernaderos diseñados para proteger macetas y que permiten que el frio o la lluvia estropeen las plantas.
Pondremos como ejemplo de cuidado una fruta como la fresa y una hortaliza como la lechuga, ambas pueden cultivarse sin problemas en una maceta.
El riego
El riego es una de las partes esenciales en los cuidados de un huerto casero. El agua aporta hidratación a la planta y le permite crecer y desarrollarse. Si continuamos con el ejemplo de las fresas, el riego debe ser moderado, es decir que la tierra en la que se asientan no está encharcada ni pase muchos periodos seca. De esta forma las fresas crecerán sanas y sabrosas.
La lechuga por su parte, no aguanta bien la falta de humedad por lo que es importante que la tierra sobre la que se asientan esté siempre mojada. Para evitar dañar las hojas y que el agua quede en la superficie de la planta puedes situar un plato con agua debajo de la maceta, de esta manera la planta absorberá solo el agua que necesite. Debes tener cuidado de que este plato disponga siempre de agua para garantizar una hidratación correcta.
Los fertilizantes
Los fertilizantes aportan nutrientes a las plantas y les permiten crecer sin carencias para que puedan desarrollarse con plenitud. Por lo general y hasta hace unos pocos años, los fertilizantes químicos eran los más utilizados debido a que su eficacia era superior a otros elementos naturales. Este tipo de fertilizantes tienen el inconveniente de que son nocivos para el medio ambiente y en ocasiones para la salud humana. Por lo que si utilizas este tipo de fertilizantes deberás lavar bien el producto antes de consumirlo.
Por su parte los fertilizantes ecológicos aportan los mismos nutrientes a las plantas, pero de una manera más respetuosa. Además, puedes fabricar tu propio fertilizante en casa reciclando restos orgánicos procedentes de alimentos. De esta manera tu huerto y los cuidados que le das serán aún más sostenibles.
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